Los estudios revelan que el cambio de uso del suelo rebaja la humedad necesaria para provocar la lluvia estival.
Las últimas investigaciones del Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM) revelan que la destrucción de humedales costeros y de masa forestal aparejada al crecimiento urbanístico está provocando en Castellóla pérdida de tormentas de verano y ha disparado un proceso de desertificación. Este comportamiento, detectado en toda la cuenca mediterránea, se debe a que el proceso de gestación de tormentas estivales se forma gracias a la humedad que entra en el interior a través de las brisas marinas.
La brisa que parte del mar registra una media de humedad de 14 gramos por metro cúbico. A partir de este punto, y durante su trayecto hacia la monta ña, este flujo necesita aumentar su humedad hasta los 21 gramos para que culminar la formación de nubes y que la tormenta precipite. Los siete grados de humedad extra necesarios para que se desencadene la tormentase obtenían antes de las masas forestales, los marjales y los grandes humedales. Ahora, los vertiginosos cambios del uso del suelo han cambiado los cañares por cemento y la vegetación se ha transformado en complejos de negocio turístico.
Según los datos recogidos por el CEAM en torno a los últimos 50 años, la reducción
de la humedad provoca que masa húmeda elevada al interior retorne al mar sin precipitar y (mezclada con contaminantes y vapor de agua) sobrecaliente el agua durante periodos de entre 3 y 10 días. Esta concentración incrementa la temperatura del agua y del ambiente (alrededor de 3 grados en el último medio siglo) y en otoño desencadena virulentas lluvias torrenciales en puntos de la cuenca mediterránea y del continente europeo difíciles de predecir (Córcega, Cerdenya, norte de África, Europa Central, Europa del Este…).
El destino de dichas precipitaciones, también conocidas como Gota Fría, dependerá del sentido de los vientos. Las lluvias torrenciales, que suelen llegar a la costa castellonense cuando los vientos soplan del este, pueden acelerar la desertificación en una franja de 40 kilómetros entre la costa y el interior. El profesor responsable de la investigación, Millán Millán, concluye que el descenso de tormentas ocasionado por la falta de humedad también incrementó las condiciones que causan polución por ozono troposférico (o3 ), que a su vez multiplica el efecto invernadero y reduce las brisas que inician el proceso natural de las tormentas de verano. Es un círculo vicioso. El ozono troposférico se genera con la reacción de la radiación solar de la costa y los óxidos de nitrógeno emitidos por la industria y los vehículos a motor. Posee un efecto invernadero 200 veces superior al del dióxido de carbono (CO2) y sus efectos se refuerzan con el vapor de agua sobrante de la humedad no precipitada, que también posee un efecto invernadero 47 veces superior al del CO2. Eso sí, la acumulación del gas sólo crece cuando no llueve.
Nacho Martín, Castelló via Levante El mercantil Valenciano
En urbanarbolismo estamos trabajando para crear una urbanización que compense la perdida de evapotranspiración provocada por el asfalto y la desecación de humedales. Hemos creado un mapa de la provincia de Alicante con las zonas óptimas para ubicar estas urbanizaciones que provocan lluvia. Estamos desarrollando tipologías de vivienda que reforestan el territorio.